Esta mesa, esta lapicera, los hombres, los árboles, toda esta realidad esta regida por leyes.
Una de las leyes es la del acto y la de la potencia, la cual explica como se producen cambios en la realidad.
Acto es lo que es en este momento, lo que sucede ahora.
Potencia es lo que puede llegar a se, lo que puede suceder.
Un árbol, por ejemplo, es acto. Como potencia es todo lo que le podría ocurrir, y que de algún modo, ya esta dentro de el. Este árbol puede llegar a ser madera, leña, mesa, silla, (esto es el árbol en potencia). Esto significa que nada puede ser sino lo que estaba “dormido” en su interior como posibilidad, es decir como potencia. Lo que es, es porque pudo haber sido. En esto no hay azar, no hay destino, no hay milagro, solo hay racionalidad.
Otro ejemplo muy claro es el de un niño en acto, que luego será hombre en potencia.
La realidad, por lo tanto es dinámica, movediza y cambiante. No sucede nada nuevo, nada que no tendría que haber sido. Lo que parece nuevo es la aparición de lo que ya estaba, solo que estaba oculto.
De esta manera, hay miles de verdades que a lo largo del tiempo se “des- cubren”. Pero para hacerlo se requiere de un elemento exterior, que debe ser en acto. Si todo se mueve, si en todo hay potencia que se vuelve acto y acto que se vuelve potencia de otros actos, debe haber un facto exterior que sea movilizador de ese movimiento. Ese elemento debe estar siempre en acto y debe ser perfecto. Desde mis creencias y mi fe, ese acto para mi es Dios.
Al igual que para Aristóteles, para mi ese Dios puede mover todo, pero no es movido por nada ni por nadie, y esto es lo que lo hace perfecto, lo que lo hace que sea todo lo que puede ser, que no pueda cambiar y que sea eterno.

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